Han pasado casi 3 meses desde nuestro gran día y aún me sale la sonrisilla tonta cada vez que me hablan de nuestra boda
Al mismo tiempo que me aflora una melancolía que jamás pensé que sentiría. Muchas personas me habían dicho lo especial que es ese día, pero es imposible hacerte una idea de lo que vas a sentir hasta que no lo vives y debo decir que repetiría sin dudarlo ni un segundo.
Hay 3 cosas que, aunque parezcan muy ñoñas, son verdades como puños. Uno, ese día fue uno de los días más felices de nuestra vida, lo que sentimos ese día no lo habíamos vivido nunca antes. Dos, fue el día más corto que recuerdo, el día que más rápido se ha pasado el tiempo delante de mis ojos y el que he vivido con más intensidad, sentí los nervios más profundos y descontrolados de mi vida pero me sentía en una nube. Tres, por supuesto no todo salió perfecto y sería inútil pretenderlo, pero cada cosita fuera de lo previsto hizo que para nosotros fuera la boda perfecta solo por el hecho de que era la nuestra.
Parece mentira que esta preciosa aventura haya pasado tan rápido, que haga más de 1 año desde que mi chico me pidió casarnos en una de nuestras islas bonitas (Baleares). Después de estar meses preparando cada detalle y disfrutando cada momento (con las cosas buenas y las no tan buenas) acaba esta etapa. Aunque por supuesto empieza otra mejor, después de casi 14 años de novios, nos dimos el sí quiero y puedo decir que no podía haber sido mejor de lo que fue. Ahora sigo con el mono de preparar una boda aunque parezca que estoy loca.
Fueron muchos los detalles y las personas que hicieron que todo saliera a las mil maravillas. Nos sentimos enormemente afortunados por haber compartido un momento tan emotivo y especial con nuestras familias y nuestros amigos más cercanos y por haber contado con profesionales increíbles que nos lo hicieron todo fácil y sencillo. Cuando comenzamos con los preparativos éramos un mar de dudas, pero teníamos claro que queríamos una boda intima, con ceremonia civil en un jardín romántico y detalles vintage, sencillos y bonitos.
Lo primero fue la ceremonia y el banquete, el primer sitio que visitamos fue El Huerto de Santa María, cruzamos la puerta y nos enamoramos. Lo supimos los dos en cuanto nos miramos y sonreímos como tontos, aun así vimos varios sitios más por estar seguros, pero El Huerto no se nos iba de la cabeza. Ahora puedo decir que es de las mejores elecciones que hemos tomado, además tuvimos la enorme suerte de estar solo nosotros ese día. No es solo lo bonito y espectacular del sitio, es el personal que allí trabaja, como te tratan y te facilitan todo, como están pendientes de cada detalle y se adaptan a todo lo que necesitas, lo buena que está la comida, para nosotros un 10.
Otra cosa fundamental eran los detalles y la decoración, aunque intentamos hacer todo lo que pudimos nosotros, contamos con la mejor ayuda posible gracias a Libia y a la floristería Hydrie, cuando nos reunimos con Libia me sentí totalmente identificada, en el estilo de decorar, en las ideas, en todo, y bueno el resultado fue perfecto.
Llegó la hora del vestido, el pelo y el maquillaje, lo que más me costó. Mi vestido, después de 3 meses de búsqueda y de una desesperación profunda, lo encontré en Jorge Aparisi, donde me enseñaron una firma que tenía el estilo que yo buscaba y que en Valencia escaseaba, Rembo Styling, fue verlo, probármelo y todo fluyó y las chicas de allí son encantadoras y muy atentas. Mis pendientes fueron de la Joyería Biendicho y… otro acierto, me los personalizaron a mi gusto sin ninguna pega y con todas las facilidades. Me peinaron en Bigudíes de Rubíes, que decir de ellas, que su estilo y el mío son todo uno. Sandra Grau fue mi maquilladora, simplemente supo sacar mi esencia, era yo, no estaba disfrazada, y eso es lo único que una novia debe perseguir en su día, ser ella misma. Y de mi chico Cristian, pues decir que estaba impresionante con su semi chaqué azul de Eduardo Cócera y su sonrisa eterna
Por último y no menos importante, el fotógrafo. Desde el principio supimos que para nosotros lo realmente imprescindible era el recuerdo que quedara de nuestro día, contar con un profesional que supiera captar cada momento, capturar nuestra esencia y plasmarla de manera sencilla, sin posados, sin grandes pretensiones, eso sería lo que tendríamos después, lo que nos transportaría una y otra vez a revivir nuestra boda. Pedimos muchísimos presupuestos y visitamos otros tantos estudios y cuando conocimos a Antonio Sanz y vimos su trabajo no nos quedaron dudas. Ahora que hemos visto las fotos no podríamos estar más contentos, no dejamos de verlas, de recordar y sonreír y esperamos ansiosos el vídeo. El problema ahora va a ser elegir solo unas pocas para el álbum.
Echando la vista atrás solo podemos decir que volveríamos a elegir uno por uno a cada profesional que nos ayudó con nuestra boda, que volveríamos a repetir cada detalle y a vivirlo con nuestra gente, puede que mejoráramos pequeñas cositas que siempre surgen, pero en esencia no podríamos haber vivido un día mejor.