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Después de semanas de nervios y ganas de verlo todo, me desperté el 26 de mayo de 2018 más tranquila que nunca. Llevaba soñando con este día desde que tuve la suerte de conocer a David hace más de 10 años, cuando yo tenía 15 y él 18. Así que ¿qué podía salir mal cuando iba a casarme con el amor de mi vida?

Nuestras familias estaban felices y volcadas en el gran día; fueron imprescindibles para que todo fuera perfecto. Además, contábamos con grandísimos profesionales que sabíamos que iban a crear una boda maravillosa. Así que ese día no cabían los nervios. El sol brillaba, aunque el tiempo nos dio algunos sustitos los días previos (¡y madre mía cómo llovió al día siguiente!). Teníamos total confianza en el trabajo de todos, así que solo quedaba relajarse y prepararse para el que iba a ser el mejor día de nuestra vida.

De buena mañana llegaron Norberto y Pascual, que tienen una escuela de maquillaje y peluquería (The Facoolty) y que son unos profesionales ALUCINANTES. Y lo digo con mayúsculas no solo porque son grandes amigos y los adoro, sino porque es increíble el trabajo que hacen: Norber, te acierta con el maquillaje como si conociera tu cara de memoria, y con Pascu llevé el pelo perfecto toda la noche. Ellos fueron vitales para hacerme sentir una auténtica princesa. Además, se encargaron también de peinar y maquillar a mi madre y mis hermanas. Me divierto tanto con ellos que incluso se me llegó a olvidar que esa misma tarde ¡ME CASABA!

Puntuales, llegaron a nuestras casas Antonio (Antonio Sanz Fotografía) y su equipo para captar la ilusión y la emoción de ese día. Ya en la pre-boda pasamos una tarde llena de risas con Antonio y las fotos fueron preciosas, así que estábamos súper tranquilos, porque sabíamos que iba a hacer un trabajo de 10. Fue uno más de la familia y estuvimos muy cómodos, naturales y encantados con él.

Había llegado uno de los grandes momentos: vestirme de novia ante la emocionada mirada de mis damas de honor y de mi familia. El vestido, de corte princesa y manga larga de encaje, y el velo amantillado eran de Jesús Peiró. Los zapatos plateados de Michael Kors. Llevé los pendientes de boda de mi abuela Matilde con mucho cariño y mi anillo de pedida. Después del velo, lucí un tocado de cerámica de Madame Frou Frou regalo de mi madrina Ana.

Mientras tanto, David se vestía en casa con su familia y testigos. Estaba guapísimo con su esmoquin negro de Penhalta y sus zapatos de charol Martinelli. Los gemelos de Mont Blanc, los tirantes de Soloio y el reloj Tissot (mi regalo de pedida).

Junto con mi padre, llegué a la Iglesia Santa María del Mar del Grao en un Cadillac Ópera de 1929 (Events Cars). La ceremonia fue amenizada por un trío de cuerda y una soprano de Suite Art. Los anillos los llevó mi sobrino Nico, nuestro ahijado, en un porta-alianzas de la tienda de LucíaSeCasa.

El convite supimos siempre que lo celebraríamos en el impresionante Palau de les Arts, pues no solo nos encanta su arquitectura, sino que, además, lo vemos desde el balcón de la que ahora es nuestra casa y siempre nos pareció un lugar perfecto, especial y único.

Belinda Duart se encargó de prepararnos unos espacios espectaculares en la zona del cóctel. Desde el primer momento tuvimos claro que queríamos mobiliario de madera y Belinda supo captar a la perfección nuestra idea.

El cóctel estuvo amenizado por Anuk, un dúo formado por Mariola, cuya voz dejó cautivados a todos los invitados, junto con la guitarra de Manu.

El Taller de Clo fue el encargado de llenar de flores nuestro día. A primera hora de la mañana trajeron a mi casa mi ramo de novia, mucho más bonito de lo que podría imaginar. Además, se dividía en dos, ya que luego se lo entregué a mi hermana Paloma y a mi cuñada Marta. También trajeron los prendidos para los testigos, padrino y novio, y unas pulseras para mis damas. Su trabajo lo puedo resumir en una palabra: MAGIA. Cuando conocimos a Jorge y a Claudia, supimos enseguida que queríamos confiarles nuestro gran día. “Blanco, verde y madera” fueron nuestras únicas indicaciones, el resto es obra de ellos y su maravilloso equipo.

Mis tíos Paco Pellicer y Marisa Falcó (Fet d’encàrrec) nos construyeron la cartelería, el seating y el photocall, que recreaba nuestro tarjetón de la boda: INCREÍBLES. Como son artistas falleros, nos sorprendieron, además, con nuestros muñecos de novios que salieron junto con la tarta de punta de diamante de siete pisos de la Rosa de Jericó. Carlos, que tuvo la amabilidad de venir él mismo a cortar la tarta, nos hizo la misma que tuvieron mi hermana Mar y su marido Javi el día de su boda. Cuando apareció la tarta, sonó la misma canción que pusieron ellos en su gran día. ¡Casi les da algo! Fue una sorpresa súper emocionante.

El catering fue obra de Grupo El Alto. Les elegimos desde el primer momento. La calidad de su servicio era sin duda lo que necesitábamos. A día de hoy aún nos felicitan los invitados por lo mucho que disfrutaron con el cóctel y la cena. Los más golosos aún recuerdan el carrito de helados que les sorprendió durante la fiesta, porque, como dice mi marido: “para un heladito siempre queda hueco”.

Luces, música y… ¡FIESTA! Todo de la mano de Alkilaudio y del excepcional Fran, que se encargó de todo y, lo más importante, fue el DJ perfecto para nuestra boda. Después de nuestro baile de recién casados, nuestras familias y amigos nos sorprendieron con unos vídeos muy emotivos y divertidos.

Pero la cosa no quedó ahí. David y yo les teníamos preparado a nuestros invitados “nuestro propio espectáculo”. Nos escapamos de la fiesta, Fran, nuestro DJ cómplice, bajó la música y mi tío Paco hizo un speach que captó la atención de todos. Empezó a sonar la música y con ella apareció Álex, un saxofonista increíble que aportó, sin duda, el toque especial a la noche. Nuestros invitados crearon un pasillo por el que empezaron a salir nuestros testigos bailando. Detrás salimos David y yo con… ¡un cambio de look total! Al llegar al centro de la pista dispararon cañones de confeti, dando comienzo a la fiesta que duró hasta que salió el sol.

En el cambio, llevé un vestido confeccionado por mi madre Mati. Quería un vestido corto para estar cómoda durante el baile y poder lucir los salones Rockstud de Valentino en rosa empolvado, regalo de mis suegros. Lo más especial del vestido fue que la falda estaba hecha a partir del velo de novia de mi hermana Mar. Fue súper bonito. Norber y Pascu me cambiaron pelo y maquillaje en tiempo récord. David se cambió el chaleco y la americana, ambas de Penhalta y estaba increíble.

En resumen, fue una boda perfecta para nosotros gracias a nuestras familias y a todos estos grandes profesionales y extraordinarias personas. Y lo mejor es que estas fotos y el vídeo de Antonio harán que podamos revivir siempre el que hasta ahora ha sido el mejor día de nuestra vida ¡Un millón de gracias!

Con cariño,

Alba y David

 

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