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Boda de Bruno & Ana  en Cartuja de Ara Christi

Hoy es nuestro día, ¡el día que hay que hay que disfrutar!
En mi cabeza resonaban esas palabras: el gran día había llegado. La emoción me ponía los pelos de punta. La felicidad me embriagaba. Meses de preparativos, de ilusión…y de inevitables nervios. Y de repente: ¡era el gran día!

Empezábamos animados desayunando en nuestra “pelu” de confianza: AMM estilistas. Con ellas estábamos seguros de que nuestro look no podía fallar. Rodeados de muchas de nuestras invitadas, el ambiente era inmejorable: al mas puro estilo Sex and the City. Recuerdo con especial cariño la corona de flor natural de Patricio y Lola, que se encargaron de la decoración floral.

Ya radiantes, era momento de vestirse. La novia, una servidora, de Raimon Bundó para Rosas Rosa; el novio, Bruno, de Luis Rocamora, gran amigo de la familia, que también se encargó de otros detalles especiales, tanto en la ceremonia como en la fiesta. Desde la cajita para las alianzas hasta el chaleco personalizado del Valencia C.F., con el que Bruno celebró el empate de su equipo en el día de nuestra boda.

Sin embargo, nada hubiera salido tan “rodado” sin otros excepcionales profesionales que nos acompañaron en todo momento: el equipo de la Cartuja de Ara Christi, dirigidos por Japhet Meneses, ¡que son la leche!; Carlos Navarro, como oficiante; Salva Millán de Altius Producciones, y Antonio Sanz, que es un artista, y que ya nos había dejado “flipados” con las fotos que nos hizo en nuestra sesión preboda. Todo ello sin olvidar a nuestro chófer favorito, Fran Medina, que nos llevó, a mi padre y a mí, hasta Cartuja, y que presenció uno de los momentos más emotivos: el punto de inicio de la celebración que ha marcado nuestras vidas.

Todo era sublime. Sonaba la música: Pachelbel Canon. “Subidón” de adrenalina. Inspira, espira. Yo, una llorona, no pude contenerme cuando los invitados se levantaron al unísono, agarrada a mi padre.

-Y desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, el amor es ciego, y la locura siempre lo acompaña- exclamaba mi hermano.

-Y es que…Si hemos llegado hasta aquí… ¡es que ha habido boda!-concluía mi recién estrenado cuñado.

Y así, rodeados de la gente que más queríamos, con asistentes de toda Europa, celebramos nuestra boda de temática viajera. Una boda multiculti, un gran éxito de convocatoria, que hacía que el sol brillara, si aún más se podía pedir, una bonita mañana del mes de diciembre.

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